Página de diario:
Hoy ha sido un día muy pesado, ¡quizás es verdad que por las vísperas se conocen los disantos! Tenía que ser mi día libre, pero una colega mía, Teresa, se puso enferma así que me despertaron a las siete de la mañana para pedirme que la reemplazara. Tenía un dolor de cabeza alucinante y además ayer había prometido a mi amiga Pilar que la acompañaría a su última prueba del traje de boda. ¡Por suerte Pilar me perdona todo y sabe lo desordenata que está mi vida! A las seis y cuarto de la tarde cogí el último vuelo, de vuelta a España. Estaba hecha polvo y además había olvidado mi maletín en el aeropuerto. Pero eso no fue todo porque hubo una avería en un motor y en el tren de aterrizaje, así que el piloto nos comunicó que íbamos a hacer un aterrizaje de emergencia. Cuando lo dijimos a los pasajeros una de los estudiantes italianos que estaban allí fue presa de una crisis de pánico y tuve que llevarle un tranquilizante. ¡Pobrecita, estaba como un flan! Al final todo se resolvió bien. En fin de cuentas algo bueno ha ocurrido porque he conocido a unas personas muy amables: Beatriz, la chica que se puso malo; María, su profesora y Paulita Romero, la famosa bailarina española.
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