Un día muy importante:
Recuerdo que estaba muy nerviosa ese día. Hacía semanas que esperaba esa llamada. La secretaria del Señor Paños tenía que contactarme a eso de las cuatro y esa llamada lo representaba todo para mí. Hacía un año que estaba parada, pero eso no era el único motivo por el que estaba tan en ascuas. Ese trabajo para Iberia representaba la realización de un sueño, era todo lo que me esperaba de la vida en ese período. Llevaba demasiado tiempo haciendo opociciones y entrevistas. Poco después de la licenciatura me había dado cuenta de que sacar sobresalientes en la universidad era mucho más fácil que encontrar un trabajo que no fuera lo de limpiadora. Mi madre me repetía que no me preocupara por el trabajo. Fueran como fueran las cosas con la entrevista siempre me quedaba la posibilidad de trabajar con ella en nuestra tienda de ultramarinos. ¡Y qué posibilidad, era una pesadilla! Recuerdo que esa mañana me pidió que fuera con ella a comprar un regalo para la boda de mi prima. No tenía ganas de ir, pero, como no podía esperar toda la mañana tumbada en el sofá, fui.
Paseando por la ciudad, mirando los escaparates, me parecía que estaba perdiendo mi tiempo. Quería romper con esa monotonía y empezar una vida nueva, realizando el sueño más grande: viajar, conocer culturas diferentes a la mía. El trabajo de azafata representaba todo eso para mí. Después de comprar el regalo volví a casa. En cuanto me quité el abrigo sonó el teléfono. Era la secretaria. Me preguntó: “¿La señorita Carrasco?”, y cuando le dije que sí ella sólo me contestó: “¡Mi enhorabuena!”.
Paseando por la ciudad, mirando los escaparates, me parecía que estaba perdiendo mi tiempo. Quería romper con esa monotonía y empezar una vida nueva, realizando el sueño más grande: viajar, conocer culturas diferentes a la mía. El trabajo de azafata representaba todo eso para mí. Después de comprar el regalo volví a casa. En cuanto me quité el abrigo sonó el teléfono. Era la secretaria. Me preguntó: “¿La señorita Carrasco?”, y cuando le dije que sí ella sólo me contestó: “¡Mi enhorabuena!”.
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